Les
apuntan con un revólver en la sien
Rostros
de lechuza y sus gimoteos en la noche,
En
la serena, impasible, pálida tiniebla.
Les
amordazan con cables de radio y televisión,
Con
alambre de espino, filamentos capilares,
Ninguna
evasión posible.
De
sus ojos convertidos en cubitos de hielo,
De
sus ombligos poco higiénicos y la tensión que les protege,
Miles
de sedosas ideas, brotando parpadeos de juicios,
Concepciones
envueltas por un lienzo alborotado.
Brotando
súplicas y llantos al afrontar su temprano desemboque.
Un
disparo, dos.
Rostros
de búhos donde el ámbar opaco, negruzco manjar,
La
espesa emanación de tinte rojizo choca con el aire.
Les
empujan, ahora espantajos sin retención de esencia,
A
una cinta mecánica de runas hindúes, de ciclos vitales,
Una
banda que les transporta con un silbido constante,
Escatimando
en delicadeza,
A
su simbiosis con el sumidero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario